Hace tres años y tras algo más de 12 años sin pisar un “dojang “(y con unos cuantos kilos de más…), decidí volver a ponerme en forma con una actividad que realmente me gustara y motivara. Tras meditarlo un poco concluí que quería volver al Taekwondo, arte marcial que practiqué intensamente en mi adolescencia y en la que tuve la suerte de competir, combatir y hacer buenos amigos. Elegí la escuela del Maestro Zapico porque me quedaba cerca del trabajo y por el impresionante currículum del Maestro en combate de competición.
Al probar las clases, descubrí un Maestro cercano, paciente y que se preocupaba por el progreso y la excelencia de los alumnos en cada detalle y faceta del Taekwondo. Además, me pareció muy destacable la constante actualización y personalización que se busca y aplica en los métodos de entrenamiento, ejercicios y técnicas para conseguir sacar lo mejor de los alumnos en cada momento.